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Un escenario de escepticismo generalizado. El liderazgo cuestionable de Xi Jinping y las tensiones causadas por un modelo económico insostenible, la falta de consumo y la alta inversión plantean dudas sobre la capacidad de China para mantener su crecimiento.

En el año 2023, mientras la economía de Estados Unidos superaba ampliamente las expectativas, la situación económica de China tomaba un giro inesperado. Contrario a las previsiones optimistas, el país asiático experimentó un rendimiento inferior en la mayoría de los indicadores económicos, a excepción de un crecimiento del 5,2% según las cifras oficiales, que ha sido objeto de escepticismo generalizado.

Los analistas habían anticipado un repunte en la economía china después de que el país levantara las medidas estrictas adoptadas en el marco de su estrategia de “Covid cero”. Sin embargo, los resultados indican lo contrario, sugiriendo que China se encuentra en una etapa de estancamiento y decepción, a pesar de su posición previa como un líder económico mundial en ascenso.

Parte de este declive se atribuye al liderazgo del presidente Xi Jinping, cuyas intervenciones arbitrarias y la falta de estímulo a la iniciativa privada han sido señaladas como factores negativos. No obstante, incluso con un liderazgo más efectivo, China enfrentaría desafíos significativos.

Durante mucho tiempo, se ha observado que el modelo económico de China era insostenible. Con un bajo gasto de los consumidores en relación con el PIB, causado en parte por la represión financiera y una débil red de seguridad social, la capacidad de China para generar suficiente demanda interna se ve comprometida. Las tasas de inversión extremadamente altas, superiores al 40% del PIB, han sido una estrategia para contrarrestar esta falta de consumo, pero se enfrentan a rendimientos decrecientes.

Aunque estos desafíos han sido evidentes durante al menos una década, ahora se manifiestan de manera más aguda. El gobierno chino ha intentado enmascarar la insuficiencia del gasto de los consumidores mediante la promoción de una burbuja inmobiliaria masiva. Sin embargo, como lo advierte la Ley de Dornbusch, las crisis a menudo llegan más rápido de lo previsto, y la burbuja inmobiliaria china finalmente ha estallado.

La pregunta clave es cómo China abordará estos desafíos. Se sugiere que poner fin a la restricción financiera y fortalecer la red de seguridad social serían pasos necesarios, pero enfrentan resistencia de actores poderosos, incluidas las empresas estatales. El escenario económico de China, en muchos aspectos, recuerda a la situación de Japón después del colapso de su burbuja en la década de 1980, pero la incertidumbre radica en cómo responderá China y cuál será el impacto global de sus problemas económicos.